MUDOS

viernes, 12 de febrero de 2016



Algo me llamó,
me llamó a la ventana,
una suave brisa,
una pluma balanceaba.
Como el cuadro de un pintor,
se me presentó la estampa,
lo vinieron a detener,
cuando rayaba el alba.
Cinco tiros sonaron,
cinco... en la tapia de su casa.
Se cerraron puertas y ventanas,
las bocas quedaron selladas,
nadie salio a la calle,
nadie... preguntó lo que pasaba.
Nadie lloró su muerte,
no hubo nadie,
nadie... que lavara su cara.
Lo enterraron como un perro,
sin sepelio, sin extremaunción,
sin nada.
Unos huesos anónimos,
debajo de unas zarzas.

Soledad Marin


Soledad Marín

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